A partir de la lectura comprensiva del segundo capítulo de El Emilio de Rousseau, contestamos una serie de preguntas para hacernos reflexionar sobre otra forma de ver al niño y su educación.
- ¿En qué consiste para él la primera
infancia?
La infancia se desarrolla para Rousseau hasta
los 12 años de edad. Este insiste en la idea de no proteger en exceso al niño,
ya que es conveniente que se haga daño, para que aprenda a soportar el dolor y
a corregir sus errores. Cito textualemente: “Si les dejáis sufrir, exponéis su
vida y su salud y hacéis infelices; si les ahorráis con excesivo cuidado todo
tipo de males, les preparáis una infelicidad grande y les hacéis delicados y
sensibles, teniéndoles fuera del estado humano en que tendrán que entrar a
pesar vuestro”.
- ¿Qué entiende por infancia?
La infancia tiene su propia razón de ser, se
justifica por sí, tiene su propia madurez y sus propias leyes, distintas a las
de la edad adulta. Querer entender al niño con los moldes del adulto sería
atentar contra el orden de la naturaleza. “La naturaleza quiere que los niños
sean niños antes de ser hombres. Si invertimos este orden, obtendremos frutos
precoces, que no tendrán madurez ni sabor y que no tardarán en corromperse;
tendremos jóvenes doctores o niños viejos.
No es verdad que multiplicando
artificialmente los dolores del niño se evitarán los dolores del hombre; todo
lo contrario, las malas inclinaciones del adulto no son consecuencia de una
naturaleza no dominada en la infancia, sino el fruto amargo de una educación
equivocada y precoz. “Es preciso, pues, ver al hombre en el hombre y al niño en
el niño, dar a cada uno su puesto, ordenar las pasiones humanas según la
constitución del sujeto; hacer, en definitiva, por su felicidad todo lo que
podamos. El resto depende de causas que no están en nuestro poder”.
La infancia es débil e infeliz no por la
naturaleza, sino por el hombre, que quiere exigirle lo que está por encima de
sus posibilidades naturales. “El hombre verdaderamente libre quiere sólo lo que
puede hacer, y hace lo que le agrada. He aquí mi máxima fundamental. Aplicadla
a la infancia, y surgirán de ella todas las leyes de la educación”.
Así pues, se debe hacer sentir al niño la
dependencia y la necesidad de las cosas, que es la propia de la naturaleza, y
que ni humilla, ni lesiona la libertad ni genera vicios.
En la infancia sólo pueden admitirse los
castigos que aparezcan como consecuencias naturales de la acción realizada. Si
Emilio rompe los cristales de su ventana, ésta no será reparada, y Emilio
deberá soportar el frío de la noche.
La infancia no es una edad en la que los
niños razonen; si pudieran razonar, no tendrían necesidad de ser educados.
Basta con que sean conscientes de sus limitaciones naturales y de su
dependencia respecto al educador, pero sin hacérsela notar directamente con
mandatos y prohibiciones.
“Procurad que por todas partes se le revele
únicamente el mundo físico; de lo contrario, o no os escuchará, o se formará de
ese mundo moral del que le habláis ideas tan extravagantes, que no sabréis
borrarlas durante todo el resto de su vida”.
- ¿Qué es para él la educación negativa?
“La primera educación debe ser puramente
negativa, consiste no en enseñar la virtud y la verdad, sino en preservar el
corazón del vicio y el espíritu del error”.
La regla de oro es ésta: es preciso perder el
tiempo para ganarlo luego. El período que llega hasta los 12 años es muy
delicado. Si se introduce en el discípulo el error y el vicio, será muy difícil
extirparlo después. Lo ideal sería que el niño pasase de la lactancia a la edad
de la razón, pero como no sucede así, hay que esforzarse en que el alma del
niño esté durante ese tiempo lo más inactiva posible. Educar los sentidos y el
cuerpo, pero, para evitar que entre el mal, no tratar de inculcar el bien.
Evitarle impresiones y ejemplos que puedan dañarle, tenerle en un ambiente
adecuado, y no tener miedo a perder el tiempo: más adelante se ganará con
creces todo lo que ahora se ha perdido sabiamente. “Maestros celosos, sed
simples, discretos, mesurados, no os apresuréis a obrar sino para impedir que
otros lo hagan: más vale retrasar una buena instrucción que impartir una
pésima”.
Rousseau entiende la educación negativa como
una educación indirecta más que como la completa inactividad del educador. No
se trata de que el alumno haga lo que quiera de modo absoluto, sino de
controlar indirectamente su ambiente, sus experiencias, sus compañías, sus
juegos, sin pretender llevar a cabo una instrucción de la que no podría
beneficiarse.
“El educador habrá de ser experto en el
difícil arte de gobernar sin dar mandatos y de hacer todo sin hacer nada”.
- ¿Qué papel atribuye a la educación de los
sentidos?
Los primeros 12 años
de la vida de Emilio se dedican a una educación que podríamos denominar
instrumental: enseñarle a valerse de los sentidos que utilizará durante toda la
vida como los mejores instrumentos a su servicio.
No ha llegado aún el
momento de las lecciones verbales. No se le debe enseñar geografía ni historia,
ni hacerle leer fábulas, pues no entenderá ni la moraleja de éstas ni las
razones de los acontecimientos históricos. Tampoco se le enseñarán lenguas, y
se evitará en general el aprendizaje memorístico.
Aprender a leer y a escribir es necesario, pero
no conviene apresurarse. La lectura es el flagelo de la infancia, porque se
impone su ejercicio sin hacer sentir su necesidad. A Emilio se le hará llegar
una invitación escrita para una fiesta o para una excursión en barca. Cuando
encuentre a alguien que se la lea, será demasiado tarde, la ocasión habrá
pasado. ¡Si lo hubiera podido leer por mí mismo! Así surgirá el interés
inmediato, que es el mejor amigo del aprendizaje.
La educación
de las facultades de la sensibilidad, es la única educación eficaz durante
estos años. Recogiendo y comparando datos y experiencias, Emilio aprenderá a
juzgar sin error por medio de los sentidos.
- ¿Qué relaciones estableces con las ideas de
Rousseau con la educación actual?
La primera idea fundamental y común con
Rousseau es la duración de la infancia hasta los 12 años. En esta etapa es en
la que el niño tiene una mayor plasticidad cerebral y capacidad para asimilar y
aprender conocimientos. Es una fase de experimentación, llena de errores y
experiencias positivas y negativas. El niño a esta edad, sufre a su manera,
tiene unos problemas tan importantes como un adulto pero acordes a su edad.
Otra de las ideas que se conserva en la
actualidad, es la del aprendizaje mediante los sentidos. Este tipo de método
está muy presente en la educación actual, y se insiste a los maestros a
fomentar este tipo de enseñanza. La enseñanza a partir de la experiencia y de
los sentidos es de gran importancia y se debe practicar de forma paralela con
la enseñanza tradicional exigida por el currículo. El niño no sólo aprenderá en
la escuela, sino en su vida cotidiana, haciéndose daño y sufriendo lo propio
para su edad.
También cabe destacar el autoaprendizaje;
cuando existe una necesidad y nos faltan herramientas, hacemos lo posible por
lograr lo que queremos. De igual forma Rousseau pretende que el niño aprenda de
esta forma, solucionando sus necesidades, como puede ser leer, escribir,
resolver problemas aritméticos… Para lograr esto se le debe educar fomentando
su interés y motivación, alimentando su curiosidad y haciendo que sea él, el
que poco a poco descubra cómo aprender y asimilar conocimientos útiles para su
vida.